En un acogedor silencio me preparo el desayuno (café…tostadas…o avena con yogurt) y abro mis libretas (mis 3 libretas): la agenda, la libreta «to do» y mi diario emocional en donde escribo mi diario de gratitud y otras notas personales. Después del primer desayuno y convertirme en persona, es cuando medito, hay días que con mandalas y otros a través de la práctica formal.
Entonces doy los buenos días a la vida, abro todos mis sentidos y mis brazos a las sorpresas que van amaneciendo conmigo y lo hago así porque…
ya no espero que la vida empiece, ahora la vida la empiezo yo
En general estamos atrapados en el síndrome de la felicidad aplazada. Seré feliz cuando… tenga vacaciones, una familia, trabajo, casa, perro, coche… o camión como Loquillo. Y no disfrutamos de lo que tenemos ahora.
Ni vamos a vivir forever and ever, ni tampoco lo harán esas personas con la que queremos pasar nuestro tiempo (ese tiempo que aplazamos para cuando tengamos…bla, bla, bla…)
Y aunque en coaching hablamos de metas y de un futuro, es posible trabajar en un objetivo y a la vez disfrutar del presente.
En su día yo también pensaba así y fue un problema de salud el que me recordó que esto es efímero. De aquella no tenía ni idea de lo que era el mindfulness pero en el interín entre recibir la noticia hasta que me dieron los resultados puse en práctica el arte de vivir el ahora minuto a minuto.
¿Realmente quiero vivir así los días que me queden?
El hecho de que hoy me dedique al coaching junto a las demás herramientas de crecimiento personal con las que trabajo, se debe en parte a aquella experiencia vital, a todas aquellas cuestiones que me hice y me sigo haciendo, a decidir pensar en mí y romper esos miedos que me ataban. Los míos y los de los demás…
Miedos que otros reflejan en ti y que «por tu bien» te dicen: «eso es una tontería, no te vale para nada, es tirar el dinero, nunca trabajarás de eso…»
Y todo eso asusta a tu mente, la hace dudar… ¿Tendrán razón?…
También hay quien apuesta por ti, y te dice: «has nacido para eso, está en ti de serie, hazlo, todo irá bien». Pero… ¿Tendrán razón?...
Y después estás tú, ¿qué te dices?, ¿a quién escuchas?, ¿a los miedos?, ¿al amor?…
Los Beatles siempre han sido compañeros de viaje y han marcado ese aspecto romántico/hippie que llevo dentro. Esa ideología de hacer el amor y no la guerra, de imaginar un mundo de paz, de color, de canciones, de flores, de sueños… van de mi mano desde que los descubrí, con unos 13 años. Recuerdo algunos E.P.´s de mi madre y he de confesar…. lo confiesoooo (me cuesta, me cuesta!) que la primera vez que los oí pensé: «pero qué… porquería es esto!? Si es que dónde estén Los Hombre G o Los limones…» (Perdóname Señor… perdóname Mafalda… no sabía lo qué decía!)